Carl Warner o la comida que entra por los ojos


¿Ya viste?
*
Mirá de nuevo…


“Comen con los ojos”, decía mi abuela cuando nos servíamos de más en el plato. En este sentido, el artista que ya les presentamos ha logrado una verdadera comunión, brillante por otro lado, entre los alimentos y el arte. Una suerte de moderno Arcimboldo, valiéndose, claro está, de las herramientas que la modernidad trajo consigo para crear y redescubrir el mundo posible. Y el imposible también…

Conozcamos ahora a Carl Warner:

Fotógrafo publicitario británico de 45 años, especializado en imágenes de objetos, pero fascinado por los paisajes, que encontró hace una década una forma de unir ambas inquietudes.
Bautizó a sus creaciones "foodscapes" (de food –comida- y landscapes – paisajes-). Su trabajo consiste en recrear paisajes utilizando alimentos.
En los bosques de brócoli, las torres de queso y los cipreses de pimiento ideados por Warner hay pintura, escultura, ecos de poesía, música y mucha arquitectura. Cadenas de supermercados y firmas de alimentación de toda Europa se disputan sus imágenes como lanzamiento publicitario de sus productos.

Warner tiene un estudio en Londres, cuatro hijos, una cámara Hasselblad de 39 megapíxeles y una imaginación desbordante. Todo empieza con un dibujo. Cuando le ronda una idea la plasma sobre un papel y piensa qué alimentos pueden hacerla parecer más realista.

Terminado el dibujo, llama a dos colaboradores –un estilista de alimentos y un maquetista–, se lava las manos y arranca.
"Suele ser el estilista el que hace la compra", asegura el artista.
Acto seguido, disponen los alimentos recreando la escena sobre una mesa de unos 2,5 metros de largo.
Operan por partes: se monta y fotografía el primer plano, luego el fondo y, por último, el cielo.
El hecho de que muchos ingredientes se estropeen al calor de los focos obliga a Warner y sus colaboradores a trabajar a un ritmo frenético: en dos o tres días pueden tener un paisaje montado y fotografiado.
La obra, sin embargo, está lejos de quedar acabada. A cada foodscape aún le faltan horas y horas de retoque con Photoshop. A veces, dos y tres días. Warner cuenta para ello con un tercer ayudante, un retocador.
"El secreto está en engañar al espectador", revela. "A primera vista tiene que creer que es real. Sólo en un segundo momento debe advertir los verdaderos ingredientes".


Así, por ejemplo, en "A forest of greens" los brócolis son encinas, el perejil hace de hierba, y las patatas de roca. El sendero está hecho con comino y otras especias, y la escalera, con ramas de vainilla.



Con todo tipo de embutidos, hortalizas y carne, este genial fotógrafo nos transmite cierto hedonismo visual al juntar la belleza de un paisaje (con una técnica fotográfica impecable), con la suculencia de ciertos alimentos que contribuyen a esa imagen que se transforma en un producto único y convincente en lo que respecta al arte.

El artista cuenta que ya es conocido en la vecindad de su casa, en Kent, Inglaterra, por pasar horas buscando los mejores brócolis, o la mejor pimienta para componer sus escenarios.
Confiesa que ni aún así consigue convencer a sus hijos para que coman verdura.



En "Bread mountain" los caminos de arroz conducen hacia escarpadas montañas de pan. En la vereda, un carro con ruedas de galleta. Al fondo, nubes de coliflor.


"Cheesy Tuscan Villa" nos muestra un castillo hecho de queso, los muros del camino de arroz, y las ruedas de las carretas de setas.


En "Salmon seas" un barquito hecho con una chaucha navega plácidamente sobre un mar de filetes de pescado.


"La comarca del ajo", inspirada en el film "El Señor de los anillos".






“Me gusta el modo en que los pequeños aspectos de la natureza se parecen a los grandes".
Carl Warner




Informe de Natalia Jaime

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