¿Pero, qué tendrá de muerta la naturaleza de nuestro querido y emblemático bodegón porteño?.
Apuremos el paso, entreabramos la puerta, que ya deja escapar los más extraordinarios aromas y dejémonos conducir encantadoramente hacia la mesa sencilla que el diligente mozo, sonrisa y carta en mano, nos tiene preparada. Vayamos en busca de una definición más propia de un comensal que de un académico. He aquí el bodegón…
“¡A comer a la fonda…!”
Así decía mi adorada abuela Victoria cuando alguno se ponía quisquilloso ante el plato de comida que con tanto amor y sapiencia preparaba para la familia. Hija de andaluces, es bastante evidente que la palabra “fonda” refiere a aquellos reductos de la España natal de su madre que fueron con el tiempo, pero sobre todo con el destino de cada alma que bajó de un barco en nuestro país, dándole forma, vida y consistencia a lo que luego conocimos como bodegones; -los italianos llamarían a estos refugios gastronómicos “osterías” o “trattorías”-.
Bodegones porteños, claro, como que toda su génesis se desentraña irremediablemente en el puerto de Buenos Aires.
Según el periodista enogastronómico, Pietro Sorba, autor del bellísimo libro “Bodegones de Buenos Aires” (Editorial Planeta, 2008): “Estos locales, en su gran mayoría, nacían como almacenes que en su interior presentaban dos ámbitos distintos: el almacén propiamente dicho y un salón anexo dedicado al despacho de venta de bebidas. A su vez, esta última generaba en los clientes el deseo de acompañar la ingesta alcohólica con “algo para picar”. Por este motivo, los titulares de los comercios comenzaron a servir platos de comida fría y caliente, simples y caseros. En muchos casos, el éxito de las comidas era tan rotundo que obligaba a la eliminación o a la reducción del tamaño del almacén para agrandar el sector destinado a las mesas.”
Hay algunas características esenciales de estos bodegones:
. Son lugares con historia, que representan una época, conservando características propias de ella a pura nostalgia y orgullo, transmitiendo la sensación de pertenencia a la ciudad que los cobija.
.Son cómodos e informales, pensados para disfrutar de una buena comida tradicional, presentada en un extenso y variado menú, donde priman los platos y vinos de la casa.
.Se destacan por el sabor de sus comidas decididamente caseras, elaboradas en el momento, con productos frescos y de óptima calidad.
. En sus platos reina la abundancia y sus porciones invitan a compartirse entre dos sin culpa alguna.
.Los precios de su carta son más bien populares y accesibles, salvo algún sitio muy peculiar que confirme la excepción a la regla.
. No presentan platos innovadores ni nuevaoleros.
En definitiva, son lugares amenos en donde se come bien, a gusto y discreción, por un valor razonable, con la sensación de estar “como en casa”, por lo que estos refugios suele ser lugares a los que siempre se vuelve…
Clásicos de la carta porteña
.La Copa Melba
"En la actualidad, no resulta una extravagancia solicitarle al mozo este delicioso postre, después de recorrer la carta con el dedo. Sin embargo, hubo un tiempo en que la Copa Melba era todo un lujo, casi un capricho para los paladares más exquisitos y desde aquella época nos llega la historia del origen de tan afamada receta..."
"La historia acerca del origen de la mundialmente famosa Mousse de chocolate depara, cómo no, algunas ligeras controversias. He aquí lo que los documentos históricos nos dicen..."
Próximamente
Espaguettis a la putanesca
Milanesa a la napolitana
Suprema Maryland
Informe by Natalia V. Jaime
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